jueves, 10 de enero de 2008

Amanecer del jueves, en Ciudad Real. Semana Santa.



SILENCIO



¡Atención..., que dan las tres!

En San Pedro ya han sonado,

al tiempo que un cornetín

toque de Silencio ha dado,

y, en abriéndose esa puerta

con un redoble apagado,

aparece el Nazareno,

el Cristo Crucificado.


Con un temblor destemplado

van saliendo los Hermanos;

...con hachones encendidos,

...vestidos de negro paño,

... contra la noche, el sonido

del arrastrar de cadenas,

encima del empedrado.


Multitud es el testigo

para acreditar el acto;

todos en la noche callan,

porque están todos rezando.


Muchas cruces se acarrean,

para poder ir pagando,

las promesas que se hicieron

a lo largo de este año.


Otros caminan muy lentos,

porque caminan descalzos;

llevan rotos los tobillos

del peso de las cadenas,

y los hombros muy morados.


Detrás de los penitentes,

viene ese Cristo clavado

en una tosca madera,

y sobre hombros portado.


Cuatro velones ardiendo

van alumbrando este cuadro

y el monocorde tambor,

el paso le va marcando.


Se completa el Vía Crucis,

allá por las seis y cuarto;

ya no se sienten el cuerpo

del peso que han transportado.


Llega a San Pedro ese Cristo

con los velones gastados,

y ha de esperar otro año

en su cruz crucificado,

para unir a su dolor

el de todos los Hermanos.


Emilio Medina Muñoz

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