La riqueza y el reparto,
las ganancias y el trabajo.
Los extremos que se alejan:
Se acumula la riqueza
y se abarata la pobreza.
La riqueza que trastorna
y la pobreza que reclama.
Y en los templos bendiciendo
al creador de los mercados:
No es pecado acumular lo innecesario,
el pecado es ser un pobre que violente la armonía
entre pocos poderosos y los humanos marginados.
Y la vida es una sola con su muerte inevitable
en riqueza acumulada o pobreza lamentable.
¿Dónde existe inteligencia?
¿En los perros, los delfines o las aves?
Ah, esta forma tan "humana" de perderse
lo sublime por comprar lo miserable.
Guzmán Lavenant
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