sábado, 9 de julio de 2011

Rodrigo Díaz























Rodrigo Diaz, de Burgos

sale con pena en el alma;

Alfonso le echó al destierro

por calumnias soberanas

y cabalgando, Castilla

se le ensancha a las espaldas.

Judías manos le prestan

dinero para la hazaña;

por el préstamo Rodrigo

llena de arena unas arcas.

Recobrará para el rey

perdidas tierras de España,

para el rey serán caballos

ganados en cruel batalla

y para el rey las victorias

ganadas junto a Minaya.



A fuerza de galanura,

valentía y esperanza,

recupera triunfador

moras tierras sojuzgadas.

Rodrigo Díaz, el Cid,

que en buen hora nació al alba,

cabalga con la su gente

para la gloria de España.



Alfonso muy conmovido

por tan dichosas andanzas,

emparenta con infantes

a las hijas que él dejara.

Pero Carrión de los Condes

no es bueno para las blancas

niñas dulces, que en los robles,

perderán honra tan santa...



Del robledal enlutado

indignados las rescatan.

Toledo celebra Cortes.

Cruentos duelos se agigantan.

Rodrigo exige venganza

para su honra manchada...



Las herederas dolientes,

Doña Elvira y Sol, aguardan

a que las desposen nobles

de Aragón y de Navarra.

Por fin puede ver el Cid

a las sus hijas casadas

y al casarse, las muy bellas,

linaje de reyes ganan.



Rodrigo Díaz, Mío Cid,

ceñiste en buen hora espada.

¡Vuelve tus vehementes ojos,

que el sol de Castilla pasa

relumbrando en tu pupila

todo el fulgor de una raza!



Gloria Gayoso
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